Hasta Babylon, el color y el calor del cine vinculado al reggae estaba fijado por dos películas, Caiga quien caiga (The Harder They Come; Perry Henzell, 1972) y Rockers (Ted Bafaloukos, 1978), ambas ambientadas en Jamaica, la cuna de este género musical. Estos dos filmes, de colorido caribeño y temperatura tropical, se hicieron tan célebres durante los años setenta entre los aficionados a esta música, que acabaron deviniendo canon y a la vez cliché.
Como obra posterior, Babylon aprovecha elementos que ya estaban en la patente de estos dos filmes: también es un relato sobre los terrenos compartidos entre la vida de bohemia y la vida criminal, también enarbola un rudo estilo realista, se inscribe dentro del género musical desde la atipicidad... Sin embargo, la historia de Babylon no se confina en los límites de la isla jamaicana, sino que sitúa su trama en un barrio lateral del sur de Londres (Lewisham), donde en la época que captura la película (finales de los setenta) residían la mayoría de familias inmigrantes de esta antigua colonia británica. Este significativo cambio de localización hace de Babylon un film-reggae con un color y un calor distintos al habitual: el cielo permanentemente encapotado de Londres condena la estética del film a una gama de azules y grises y a una mayor presencia de escenarios interiores.
Así las cosas, Babylon funciona como documento de otra realidad de la música jamaicana todavía no vista en la gran pantalla: a lo largo de los años setenta y ochenta Londres fue el altavoz y el escaparate para el mundo del reggae (y otros subgéneros derivados). La segunda generación de inmigrantes jamaicanos en Gran Bretaña hacía ostentación de sus raíces musicales como seña de identidad y las manipulaban hasta convertirlas en la expresión de su entorno, que en el aquí y ahora que fijaba la película era la expresión de un descontento.
Porque aunque la sinopsis del film se articule alrededor de un acontecimiento musical tan singular como una batalla de sound systems (el precedente musical de la cultura de club de los DJ's y del hip-hop), el telón de fondo de esta peripecia son los años duros del thatcherismo: desempleo, xenofobia, racismo, delincuencia, abusos de autoridad... en general, unos desalentadores horizontes de futuro para la juventud de barrio obrero, con especial gravamen para las minorías raciales y para los inmigrantes.
Babylon se estructura, pues, alrededor de un discurso determinista que bordea la fatalidad. De hecho, en jerga rastafari (el culto que practican muchos artistas jamaicanos), Babylon significa, entre otras acepciones, "Sistema corrupto". Así que Franco Rosso pone en el film a varios personajes capeando de distinta manera las cornadas de este sistema. El protagonista principal, Blue, por ejemplo, contempla y vive con pesimismo las posibilidades de superar la herencia social de sus padres, la primera generación de inmigrantes jamaicanos cuyo intento de integración en la vida de la metrópoli, según el film, ha fracasado apartándolos a barrios y oficios sin futuro.
¿Qué salidas le quedan a un joven londinense de origen caribeño como Blue? ¿La vida criminal, como al novio de su hermana? ¿La mística rastafari, que no es más que una forma de escapismo y negación de la realidad? Al final, el personaje de Blue se acaba agarrando a la música (el éxito de su sound system en la batalla final puede reportarle un contrato discográfico salvavidas). O cómo intentar trascender la vida que te ha tocado a través del arte... aunque sea un arte poco noble, underground y marginal.
En la balanza de Babylon se equilibran hedonismo y comentario social, como en Quadrophenia (F. Roddam, 1979), otro film también escrito por Martin Stellman, coguionista de esta obra junto al propio Rosso. También, como Quadrophenia, Babylon entra en la categoría de clásico de culto, de fetiche generacional, de instantánea fidedigna de un tiempo y un lugar. A alcanzar esta dimensión mítica ha contribuido su retardada edición en DVD de este mismo año. Hasta este momento,.Babylon era un film de leyenda, casi maldito, que se transmitía de generación en generación a través de la idealización de su recuerdo y, con algo más de suerte, en gastadas cintas de vídeo.
Archivo: Avi
Tamaño: 696 MB
Idioma: Inglés
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